ECHAR RAÍCES TE HACE LIBRE: RELACIONES QUE NUTREN, ALLÁ DONDE ESTÉS
- rooralco

- 16 feb 2022
- 7 Min. de lectura
Actualizado: 26 mar 2022
En este último episodio de esta serie de Raíces, Ana Amrein conversa con Bárbara Iten, ciudadana del mundo y actualmente vecina de Valldemossa, un pueblo de 2000 habitantes en el corazón de Tramuntana, Mallorca.
Bárbara es una agente de responsabilidad amorosa que se dedica a crear experiencias y nuevos proyectos con Son Moragues, una granja y tienda de aceite de oliva virgen extra. En este último episodio de esta serie, hablamos de identidades, de la importancia de regenerar las relaciones clave de la vida y mucho más.
Ana Amrein: Bárbara, es un placer conversar contigo en este último episodio de esta serie de Raíces. Tú vienes de un contexto internacional: eres medio griega, suiza e italiana. Y actualmente vives en Mallorca. Me interesa mucho saber: ¿Qué significan para ti las raíces?
Bárbara Iten: Qué buena pregunta. Encontrar mis raíces ha sido una búsqueda bastante prominente en mi vida, porque no tengo raíces hoy en día.
Mi respuesta podría ser: las raíces son las personas que quieres, las personas de tu vida, no las personas que mueven tu vida. Para mí son las relaciones más que sitios, más que naciones o ciudades o pueblos. Mis raíces son las personas.
Ana Amrein: Totalmente de acuerdo. Yo vengo de un contexto similar al tuyo y al final las raíces son los encuentros que después de tantísimos años de no ver a alguien, te hace vibrar. O cuando vuelves a saborear ese chocolate que te regalaba tu abuela de pequeña, que te hace transportarte a un lugar específico de tu infancia.
Bárbara Iten: ¡Eso es! Son los recuerdos, los reencuentros con la gente que te has cruzado en la vida en mil sitios diferentes, gente que al final te hacen dar cuenta que la vida es una gran suerte. Está llena de encuentros increíbles que te moldean, que te forman, que te guían. Y eso son para mí las raíces. Esa es la verdadera riqueza de las raíces, el mundo que nos construimos.
Ana Amrein: Si las raíces son las personas, estas personas ¿dónde están?
Bárbara Iten: Por muchos sitios. Fui al cole en Atenas y era un cole al que iban los hijos de padres que viajaban mucho. Por ser diplomáticos, por ejemplo, tenían que mudarse cada cuatro años. Entonces todas estas personas que encontré en mi ámbito de escuela ahora están por todos los lados del mundo y por eso tengo raíces en Francia, raíces en Dinamarca, raíces en Estados Unidos, raíces por todos lados. Y el hecho de que estén en todas partes no les quita la fuerza, no les quita la intensidad ni la autenticidad del sentimiento.
La verdad que haberme mudado tantas veces, no me hace sentir desenraizada. Pero esto no siempre fue así. Es como todo en la vida, cada vez que crees que pierdes algo, te puedes parar a sentir y al final te das cuenta de que esta cosa que te parecía mala al final es una gran riqueza. Cada vez confirmo que la riqueza de la vida está en conectar con lo esencial.
Ana Amrein: ¿Y qué dirías que es lo esencial?
Bárbara Iten: La autenticidad. Sé que es incalculable.
Me refiero a la gente que es y actúa de corazón. Gente genuina, gente verdadera, que vive lo que predica, que te dice las cosas como las piensa. Eso es lo que busco yo, eso es mi definición, es mi deseo de la gente a mi alrededor.
Ana Amrein: Estoy pensando que realmente lo de las raíces es interesante, porque aunque eres ciudadana del mundo y tienes un montón de personas que te arraigan al mundo, hay un tema meditarraneo, ¿no? ¿Cómo acabaste en Valldemossa,Mallorca?
Bárbara Iten: Sí, Valldemossa y en general Tramuntana es un sitio muy cosmopolita. Para mí es una burbuja excepcional. Es interesante, porque no la podría comparar con las islas griegas, ni con Italia, ni con el resto de España para decirte la verdad. Cuando cojo el avión para ir a Andalucía, me encuentro con un mundo diferente.
Y fíjate que llegué aquí por casualidades de la vida. Llegué aquí el año 2001. Estaba viviendo en Londres y estaba buscando un sitio para estar más cerca de la naturaleza, en el mar Mediterráneo con aeropuerto internacional y escuelas inglesas, porque tenía dos niños pequeños ingleses que habían ido al cole en Inglaterra y quería tener una continuidad para su educación. Y entonces encontré la gran cereza encima del pastel: la Tramuntana. Creo que para mí, cuando vi la Tramuntana entendí que este era mi sitio.
Ana Amrein: ¿Y ahora cómo vives la autenticidad de la tramontana?
Bárbara Iten: Pues fíjate que he vivido 15 años al pie de la Tramontana, trabajando en la finca de Son Moragues, y hoy en día sigo sintiendo un un amor fulgurante. No sé cómo describirlo, pero cada vez que conduzco en la carretera que llega al pueblo de Valldemossa, donde está la finca, paro en un valle muy estrecho y me acuerdo todos los días la primera vez que pasé por ahí. Todos los días siento como si algo en mí explotara de felicidad. Entro en en mi lugar mágico. Hay una energía muy, muy tranquila.
Quizás es lo que pasa en pueblos de montaña, donde la vida es por definición más difícil que en los sitios planos. La gente ha tenido que pelearse un poco más para comer, para abrigarse, para vivir en sitios secos y creo que eso se siente en todo el espacio. Hay mucha calma. Y esto, a pesar de ser uno de los destinos más populares de Valldemossa, Mallorca. Pero a pesar de eso, mantiene una fuerza, una calma, y una identidad muy respetable.
Ana Amrein: ¿Y crees que eso tiene que ver con las personas que habitan el territorio o por qué no se ha desvirtuado? Yo soy nacida en Málaga, que también es un lugar mediterráneo, con aeropuerto internacional. Estos son elementos similares a los que mencionas que buscabas en Mallorca. Lamentablemente la gran mayoría de la Costa del Sol no mantiene esta esencia, sino que se ha desvirtuado realmente. Es cierto que en las zonas de montaña sí se ha mantenido. Pero ahí te pregunto ¿por qué crees que se ha podido mantener a pesar de contar con tantos autobuses diariamente?
Bárbara Iten: Porque sigue siendo un entorno bastante difícil de vivir. No sé si sabes, pero la Tramontana entera ha sido transformada en el siglo XIII en terrazas, terrazas, terrazas, terrazas. Toda la superficie que se podía transformar en olivar ha sido transformada así y donde no hay terrazas, hay piedra y poca tierra. Entonces sigue siendo bastante difícil. Si queremos hablar crudamente, construir un casoplón con una piscina, sale más caro que en otros sitios. Y también es una zona de protección natural, de fauna. Siempre ha sido considerada un sitio especial y de interés natural y cultural que valía la pena. Gracias a eso hay muy poca destrucción del entorno. Esto también implica que hay zonas peligrosas. Hay muchísima gente que no viene por aquí por las carreteras porque da respeto. Y quizás eso ha salvado este sitio.
Ana Amrein: Que increíble que sea la naturaleza y la propia geografía la que hace que lo auténtico se conserve. Esto está interesante. Cuéntame, tú trabajas sin Son Moragues. ¿Qué es Son Moragues?
Bárbara Iten: Son 216 hectáreas de montaña, de las cuales 110 son ahora olivar restaurado. Las oliveras ahora producen otra vez porque una olivera abandonada para de producir bastante rápidamente y hemos también restaurado todos los muros. Son unos setenta mil metros cuadrados de muro. Los olivos y los muros son los dos elementos claves. Este patrimonio cultural de la Humanidad de la UNESCO y Son Moragues es el único sitio en la Tramuntana que los ha restaurado.
En toda la Tramuntana hay trazas de lo que era antes, pero por motivos de coste no se restauran. Es un proceso que cuesta muchísimo, unos 400 o 500 euros por metro cuadrado.
Es una gran inversión sin poder esperar un retorno económico. Lo haces por amor. No lo haces porque es una buena inversión que en el futuro te devolverá dinero. Te devolverá otras cosas que tienen, en realidad, más valor.
Vas a seguir teniendo que reparar y restaurar. Y es un proceso continuo. Y esto también aplica a nuestro proceso de elaboración del aceite. Aquí en la Tramuntana es muy costoso, nos cuesta unos 20 euros por litro. Esto es porque se trata de árboles ancianos. Hacemos una agricultura ecológica, entonces no usamos nada de fertilizante, nada de estas cosas que matan al ecosistema.
Ana Amrein: Ahí sí que me gustaría entrar un poquito porque he escuchado miles de términos de un producto ecológico, un producto bio, un producto regenerativo, etc. Hay una paleta muy muy amplia,¿no?
Bárbara Iten: Bueno, no soy ninguna experta en cosas así. Cuando el actual propietario llegó a Son Moragues, lo primero que hizo fue registrar la finca como agricultura ecológica. Esto fue bastante fácil porque el olivar había sido abandonado en 1965 por lo que sabemos que durante un largo periodo de tiempo no se contaminó el suelo con ningún tipo de producto.
Ahora bien, esto fue un trámite más bien comercial para nosotrxs. En realidad el tipo de agricultura que hacemos es una agricultura similar a la agricultura que hacían nuestros ancestros en el siglo XIII. Esto implica varias cosas en la realidad actual del capitalismo en el que vivimos. Quiere decir que tendremos un producto más caro, que existe el riesgo de que tengamos plagas o malos años. Pero vale la pena correr esos riesgos, porque seguimos el ritmo de la naturaleza, respetando siempre estos árboles. Son mucho más que árboles, son monumentos, son recordatorios para nosotrxs de lo pequeñxs e insignificantes que somos y de lo maravillosa que es la naturaleza por su generosidad y su inteligencia. La sabiduría de la naturaleza demuestra una y otra vez que sabe manejar todo para que al final el equilibrio más benigno sobreviva.
Tenemos el sello ecológico sabiendo que realmente lo hacemos ecológico. Somos más un proyecto que una finca de agricultura ecológica que produce un aceite virgen extra ecológico.
Queremos demostrar que es posible vivir y trabajar en nuestro entorno, en nuestro ecosistema, de manera muy diferente, pero que tenemos que planificar o re cómo se digiere y pensar en nuestras expectativas. Total, tenemos que cambiar la manera de recibir lo que nos quiere dar la naturaleza.
Ana Amrein: Me parece fantástico lo que estás comentando, porque estamos acostumbrados a abusar de nuestro entorno y exagerar la capacidad de los recursos que tenemos a nuestro alrededor, porque al final consideramos que nosotrxs no somos parte del medio ambiente, sino que somos un agente externo al medio ambiente. Y realmente lo que creo que es más importante es que empecemos a ver que el ambiente es cultura, o sea que es parte de nosotrxs. Somos parte del eco-sistema.


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